
¿Qué se entiende por riesgo en las inversiones?
El riesgo de inversión es básicamente la probabilidad de que las cosas no salgan como querías. Inviertes dinero en algo esperando que crezca, pero siempre existe la posibilidad de que todo se esfume.
Por muy prometedora que parezca la inversión que quieres hacer, nada está garantizado. Hasta los activos más seguros pueden experimentar giros inesperados. Los mercados son impredecibles por naturaleza y esa es la razón por la que el riesgo forma parte del juego. ¿La buena noticia? Si entiendes el riesgo, puedes hacer que juegue a tu favor.
Tipos de riesgo financiero
Riesgos sistemáticos
Se trata de riesgos que no puedes evitar, sin importar cuán diversificada sea tu cartera. Afectan a todo el mercado o a una gran parte de él.
Riesgo de mercado: El clásico. Las acciones suben y bajan, y a veces se desploman. Este tipo de volatilidad afecta a casi todo en tu cartera, no solo a las inversiones individuales.
Riesgo de tasa de interés: Los bancos centrales suben o bajan las tasas de interés. Cuando lo hacen, esto puede golpear duramente tus inversiones en bonos o bienes raíces. A veces hasta las acciones sienten el efecto dominó.
Riesgo de inflación: Si la inflación se come tus retornos, tu poder adquisitivo real se reduce, incluso si los números en tu cuenta aumentan.
Riesgo cambiario: Si inviertes en algo vinculado a otro país, las fluctuaciones en las tasas de cambio pueden reducir tus ganancias o aumentar tus pérdidas.
Riesgo país: Una vez más, supongamos que tienes dinero invertido en una empresa en el extranjero. Puede que la empresa sea sólida, pero si el país donde se encuentra se descarrila, tu inversión también sufrirá un golpe. No siempre se trata del negocio. A veces, todo el entorno cambia.
Riesgo geopolítico: Cosas como conflictos militares, sanciones o rupturas repentinas en las relaciones internacionales pueden sacudir los mercados de formas difíciles de anticipar. Los inversores tienden a retirarse rápidamente cuando se propaga la incertidumbre y eso puede repercutir en tu cartera aunque no tengas vínculo directo con la región afectada.
Riesgo de liquidez: Si nadie quiere comprar lo que estás vendiendo, te encuentras en un callejón sin salida. Los activos que son difíciles de vender cuando necesitas efectivo pueden convertirse en un problema rápidamente.
Riesgos no sistemáticos
Son riesgos vinculados a empresas o sectores específicos. Sin embargo, puedes reducirlos mediante una diversificación inteligente.
Riesgo empresarial: Algunas empresas simplemente no funcionan bien. Quizá el modelo de negocio es inestable, tal vez no pueden seguir el ritmo de la competencia o quizás sus productos fracasan.
Riesgo operativo: Alguien comete un error en una orden, se cae el sistema o ascienden a la persona equivocada. En cualquier caso, incluso las cosas pequeñas pueden alterar el funcionamiento de una empresa. No siempre es drástico, pero aun así puede costar dinero si ralentiza las cosas o provoca una fuga de clientes.
Riesgo legal y regulatorio: Es el tipo de problema que aparece en los titulares. A una empresa le imponen una multa, la llevan a juicio o recibe el impacto de alguna nueva regulación que no vio venir. No importa si el negocio está en auge. Un problema legal puede arruinarlo todo.
Riesgo de crédito (incumplimiento): Si una empresa no puede pagar sus deudas, los tenedores de bonos y prestamistas están en problemas. Esto cobra especial importancia para los inversores de renta fija.
Riesgo del modelo: La calidad de un modelo financiero dependerá de las premisas que lo sustentan. Si tu pronóstico se basa en un modelo defectuoso, podrías llevarte una sorpresa.